Albert Marquet (27 de marzo de 1875 – 14 de junio de 1947) fue un pintor francés, relacionado con el fauvismo.
Albert Marquet | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento |
Pierre Léopold Albert Marquet ![]() | |
Nacimiento |
27 de marzo de 1875 Burdeos, Francia | |
Fallecimiento |
14 de junio de 1947 París (Francia) ![]() | |
Causa de muerte |
Cáncer de próstata ![]() | |
Nacionalidad | Francesa | |
Familia | ||
Cónyuge |
Marcelle Marquet (desde 1923) ![]() | |
Educación | ||
Educado en | ||
Alumno de |
Gustave Moreau ![]() | |
Información profesional | ||
Área | Pintura | |
Movimiento | Fauvismo | |
Género |
Retrato ![]() | |
Firma |
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Marquet nació en Burdeos. En 1890 se trasladó a París para acudir a la Escuela de Artes Decorativas, donde conoció a Henri Matisse. Fueron compañeros de habitación durante un tiempo, y se influyeron mutuamente. Marquet comenzó sus estudios en 1892 en la École des Beaux-Arts con Gustave Moreau, un artista simbolista que era seguidor de la tradición romántica de Eugène Delacroix.
En estos años, Marquet expuso pinturas en el Salon des Indépendants. Aunque no vendió muchas pinturas, la comunidad artística de París tomó conciencia de su obra. Sus primeras composiciones se caracterizaban por un acercamiento claro y pictórico fauve, en el que tenía un buen control del dibujo y respondía a la luz, no sólo intensificando los tonos más fuertes, sino también viendo los más débiles en términos coloristas.
En 1905 expuso en el Salón de otoño donde sus cuadros se pusieron junto a los de Henri Matisse, Maurice de Vlaminck, André Derain, Othon Friesz, Georges Rouault, Raoul Dufy, Henri Manguin, Georges Braque, Louis Valtat y Jean Puy.
Consternados por el intenso colorido de estos cuadros, los críticos reaccionaron llamando a estos artistas «fauves», esto es, bestias salvajes. Aunque Marquet pintó con los fauves durante muchos años, usaba colores menos intensos y violentos que ellos, y enfatizó los tonos menos intensos mezclando complementarios, pero siempre como colores, y nunca como grises.
A finales de 1907 permaneció en París y se dedicó, junto a Henri Matisse, a una serie de vistas urbanas. La diferencia fundamental entre los dos es que, mientras Matisse usó colores fuertes, Marquet prefería amarillos mates, violetas apagados o azules. El negro lo usa normalmente como un contraste violento a los colores claros para formas como troncos de árboles desnudos o gente dibujada de forma caligráfica en contraste con calles y aceras a menudo amarillas o naranjas, muy claras. Otra diferencia es que Marquet usó una aproximación a la perspectiva tradicional, aunque sus colores y composiciones constantemente se referían al rectángulo y cortaban su plano con su caligrafía.
Desde 1907 hasta su muerte, Marquet alternó entre trabajar en su taller en París y muchas partes de la costa europea y en el Norte de África. Se dedicó sobre todo a Argelia y Argel así como Túnez. En sus viajes pintó el mar y los barcos, pero también las luces y la animada vida de la ciudad, especialmente de las ciudades ribereñas como Argel.
Entre las ciudades europeas que impresionaron especialmente a Marquet cabe citar Nápoles y Venecia donde pintó el mar y los barcos, acentuando la luz sobre el agua. Adoptó una técnica muy diferente de la de los impresionistas, pintando el agua como una zona amplia de un solo tono lo que hacía que el plano de la superficie del agua quedara sin perspectiva ilusionística, de la que los barcos se alzan en un plano diferente. Sus vistas de la laguna de Venecia hacen esto de manera muy económica. El agua permanece en un ángulo recto con respecto al plano del cuadro y los grandes barcos flotan fácilmente, con sus reflejos exactamente en el tono correcto para proyectar el lugar adecuado. Su color es muy parecido al de Matisse en los años 1920, aquí. Sus contrastes de vívidos colores describen las olas del mar con un simple dibujo que acompaña a los tonos de color observados con exactitud, dando a la escena de movimiento plácido. Las figuras humanas están muy simplificadas, dibujadas caligráficamente en una forma que recuerda al estilo japonés Shijo. Se dice que Matisse le llamaba «nuestro Hokusai».
Durante sus viajes a Alemania y Suecia pintó los temas que normalmente prefería: vistas de la orilla del mar y de los ríos, puertos y barcos, pero también paisajes urbanos. A los largo de su carrera a menudo regresó a los mismos temas, incluso años más tarde, tomando nota de ligeras diferencias de luz. Pintó unos pocos retratos, y entre 1910 y 1914 pintó una serie de desnudos en prostíbulos, y preparó la ilustración de una obra sobre amantes lesbianas. Pero es conocido, sobre todo, por sus muchos paisajes.[1]
A diferencia de Matisse, no hay periodos obvios de cambio en su obra. Hacia el final, fue uno de los amigos más cercanos de Matisse, y discutían la obra de cada uno de una manera muy franca. Su muerte fue inesperada y repentina, de un ataque de vesícula biliar y el cáncer que posteriormente se descubrió, para el que por aquel entonces no había terapia. Marquet murió en París el 14 de junio de 1947.
Marquet no escribió nada aparte de cartas a menudo lacónicas, pero los investigadores disponen de los archivos del Instituto Wildenstein, que incluyen los de su familia y la galería Druet.[2] Poco se sabe de su juventud hasta que llegó a París para estudiar pintura. Después los datos y testimonios se hicieron más numerosos, sobre todo porque su mujer había publicado relatos de viajes y retratos. Matisse lo define como “un luchador, sólido pegado a la tierra”, a pesar de su fragilidad física,[3] y sus amigos aprecian su juicio. A la vez inhibido y extremadamente sociable, le gusta la distracción y tiene un humor cáustico: Marcel Sembat lo recuerda a la defensiva[4] pero Jean Cassou señala que sabía mostrar su alegría con un guiño o una sonrisa,[4] y André Rouveyre recuerda las puyas que lanzaba a la gente o instituciones “mientras patea suavemente con placer”.[2] “Albert Marquet es como su pintura: tranquilo, modesto, sin énfasis”[5], y su vida parece tan tranquila como el personaje, sin otro misterio que su propensión al silencio.[2]
Tras una infancia difícil,[6] sus estudios en diversas escuelas de arte parisinas le acercaron a la efervescencia posimpresionista y a quienes serían sus más entrañables amigos. La vida no fue fácil para un joven artista sin recursos.[3]
De temperamento más secreto que solitario, Marquet de niño parece haber encontrado en dibujar una salida a “su sufrimiento íntimo”.[7]
Su infancia no fue fácil, sobre todo aquejado de un pie zambo que le estorba para correr y le hace ser objeto de burlas en el patio de la escuela. Su miopía, además, no se corrige.[6] Se escapa al espectáculo animado del puerto de Burdeos y de la cuenca de Arcachon durante las vacaciones familiares en Teich o Arès (el pueblo de su madre).[6] "Había sufrido mucho por no ser como los demás", asegura su mujer, que también insiste en las dificultades materiales del hogar[8]: el puerto era para él un verdadero refugio, deslizándose entre los toneles o los fardos de mercancías para ver llegar y partir de los barcos, le daba la impresión de vivir sus únicos momentos plenos y verdaderos.[4] De ahí sin duda, además de recuerdos emotivos ligados a su madre,[9] viene su fascinación por el agua, los barcos y los muelles.[10]
Tanto menos inclinado a estudiar cuanto que sus maestros lo tomaban por tonto,[6] el niño escondía sus cuadernos de dibujo y se aislaba en paz a dibujar. Su madre juzgando que tiene algunas disposiciones, decide apoyarlo en esta dirección.[2] André Rouveyre rendirá luego homenaje a la devoción de esta madre cuya bondad y delicadeza Matisse también apreció.[2]
En 1890, en contra de los consejos de su marido, que no podía dejar su trabajo y apenas creía en el talento de su hijo, se trasladó a la capital con el adolescente, abriendo gracias a la venta de un terreno una tienda en el nº 38 de la rue Monge, “Jours et Broderies”. Ambos viven en el quinto piso del mismo edificio.[6] Inscrito en la Escuela de Artes Decorativas, Albert conoció a Geo Dupuis, Marcel-Lenoir y, sobre todo, en octubre de 1892, a Henri Matisse.[3] Este último, cinco años mayor que él, tomó bajo su ala al joven provinciano acomplejado, burlado por su acento y apodado "el inglés" por sus flamantes lentes: fue el comienzo de una larga amistad artística y de una amistad inquebrantable a pesar de períodos de distanciamiento,[6] como lo demuestran unas 200 cartas entre ellos.[3]
Matisse y Marquet abandonaron “las artes decorativas” cuando se unieron, uno tras otro y aparentemente no sin dificultad, a las Bellas Artes de París. Desde 1895 hasta su muerte en 1898, siguieron sin restricciones las enseñanzas de Gustave Moreau.[3] El viejo simbolista, venerado por sus alumnos, se definía a sí mismo como un “transeúnte”: buscaba resaltar su personalidad animándolos a trabajar la técnica[4] y les aconsejaba observar el espectáculo de la calle - un método de dibujar luego en boga[11] - así como a codearse con los grandes maestros.[12] Marquet va regularmente al Louvre para copiar cuadros de Tiziano, Poussin, Veronese, Lorrain ó Chardin.
En el estudio de Moreau, él y Matisse se vinculan con Henri Manguin y especialmente con Charles Camoin con el que permanecerán unidos hasta el final de sus vidas.[5] Menos durará la camaradería con los demás (Jules Flandrin, Louis Valtat, Henri Evenepoel, Simon Bussy o Georges Rouault),[2] aunque hayan pasado las tardes arreglando el mundo en el Café Procope.[13] Después de un breve paso por el curso de Fernand Cormon y luego por la célebre Académie Julian, Marquet y Matisse asistieron a la academia privada Camillo, en la rue de Rennes,[13] donde recibieron consejos de Eugène Carrière, uno de los pensadores del arte social, que buscaba popularizar la educación artística;[11] allí conocen a André Derain, Pierre Laprade, Jean Puy y Maurice de Vlaminck.
A partir de entonces Marquet nunca dejó de recorrer la ciudad dibujando y pintando en pequeño formato vistas del Sena, los muelles, los puentes[6]. Empieza a vengarse de la vida, analiza Françoise Garcia en un artículo en el que vincula sus elecciones estéticas a su rabia reprimida, y que titula tomando prestada esta afirmación de él: «A los 20 años estaba dispuesto a hacerlo explotar todo».[12]
Aunque señala que Marquet es considerado un pintor menor, John McLean, pintor inglés, es uno de quienes piensan que «su sentido del color, la claridad o la oscuridad y la saturación de él, su peso, es nada menos que asombroso.»[14]
Marquet fue admirado en particular por los pintores estadounidenses Leland Bell y su esposa Louisa Matthiasdottir. Aún es admirado por los contemporáneos de Bell Al Kresch y Gabriel Laderman. Puesto que tanto Bell como Laderman eran importantes maestros en varias escuelas de arte estadounidenses, tuvieron una gran influencia en los jóvenes artistas figurativos estadounidenses y su apreciación por Marquet.[15]
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