Pintura al óleo sobre lienzo, 268 x 318 cm (según otros autores, 267 x 320 cm, o 262 x 307 cm);[3]
Fecha de realización: ca.1655 (según otros autores, es ca. 1630-1635);
Restaurado en 1993 por Fuensanta de Paz Calatrava;[4]
Catalogado por Odile Delenda con el número 242 y por Tiziana Frati con el 119.[5]
Análisis de la obra
En esta composición Zurbarán nos sitúa frente a una vasta naturaleza muerta. Las verticales de los cuerpos de los cartujos, de san Hugo y del paje están cortados por una mesa en forma de L, cubierta con un mantel que casi llega hasta al suelo. El paje está en el centro. El cuerpo encorvado del obispo, situado delante de la mesa, a la derecha, y el ángulo de la mesa, evitan el sentimiento de rigidez que podría derivarse de la austeridad de la composición.
Delante de cada uno hay dispuestos los platos de barro que contienen comida y unos trozos de pan. Dos jarras de loza talaverana, un cuenco boca abajo y unos cuchillos abandonados, ayudan a romper una disposición que podría resultar monótona si no estuviera suavizada por el hecho de que los objetos presentan diversas distancias en relación al borde de la mesa.
Detalle del "jarro frailero" con el escudo obispal.
La iconografía del cuadro no es muy habitual. Cuenta la historia de los siete primeros cartujos, entre los que se encuentra san Bruno, (el fundador), cuando fueron alimentados por san Hugo, por aquel entonces obispo de Grenoble.
Un domingo, este último envió a los monjes carne. Los monjes vacilaban entre contravenir sus reglas o aceptar esa comida y mientras debatían sobre esta cuestión cayeron en un sueño extático. Cuarenta y cinco días más tarde, san Hugo les hizo saber, por medio de un mensajero, que iba a ir a visitarlos. Cuando éste regresó le dijo que los cartujos estaban sentados a la mesa comiendo carne, estando en plena Cuaresma. San Hugo llegó al monasterio y pudo comprobar, por sí mismo, la infracción cometida. Los monjes se despertaron del sueño en que habían caído y san Hugo le preguntó a san Bruno si era consciente de la fecha en la que estaban y la liturgia correspondiente. San Bruno, ignorante de los cuarenta y cinco días transcurridos le habló de la discusión mantenida acerca del asunto durante su visita. San Hugo, incrédulo, miró los platos y vio cómo la carne se convertía en ceniza. Los monjes, inmersos en la discusión que mantenían cuarenta y cinco días antes, decidieron que, en la regla que prohibía el comer carne, no cabían excepciones.
Procedencia
Cartuja de las Cuevas, sacristía de la iglesia;
Real Alcázar de Sevilla, sala 7, n° 221, 1810;
Retorno a la Cartuja de Cuevas, 1813;
Entró en el museo en 1840 (Desamortización de Mendizábal: Inv. 1840, n° 1944).[6]
Bibliografía
Baticle, Jeannine y otros, (1988), Zurbarán, Museo del Prado. Catálogo de la exposición, mayo-julio de 1988. Madrid. Ed. El Viso. ISBN 84-5057536-2.
Delenda, Odile (2009). Francisco de Zurbarán, Catálogo Razonado y Crítico. Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, ed. Madrid. ISBN 978-84-937260-2-7.
Frati, Tiziana (1973). L'opera completa di Zurbarán. Milano: Rizzoli Editore.
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